Los cuatro disfrutaron de un desayuno sencillo de tostadas, huevos y tocino, cortesía de Shen Nianzu y Gu Luoxin, quienes insistieron en ayudarlo en la cocina. No podían pedirle a Song Yunshi que los sirviera, dado su edad y estatus. En cuanto a Jin Jiuchi… bueno, sería mejor para la seguridad de todos si nunca pusiera un pie en la cocina.
Después del desayuno, el trío se excusó educadamente, ya que habían cumplido su propósito original, y además porque todavía necesitaban recorrer una larga distancia en coche.
Song Yunshi se despidió de ellos, acompañándolos fuera del edificio.
—¡Muchas gracias por recibirnos, abuelo! —expresó Gu Luoxin con sincera alegría—. Definitivamente voy a extrañar este lugar ahora que tenemos que regresar a la ciudad…
—Volveremos la próxima vez —agregó Shen Nianzu con una respetuosa reverencia.
Song Yunshi dejó escapar una carcajada jovial.