¡Debo ir a nadar!

—¡Oh, los veo! —Gu Luoxin se iluminó al ver a sus compañeros emergiendo del agua, y no sería exagerado decir que los miró como si estuviera viendo a su salvador—. Saltando de pie, agitó enérgicamente la mano—. ¡Xiao Shen, Da Shen, aquí!

Solo Dios sabía qué clase de calvario había soportado mientras acompañaba a Noir. Como entrar al agua no era una opción, Noir eligió relajarse en la silla bajo el parasol, simplemente disfrutando del hermoso paisaje y la cálida brisa. A Gu Luoxin le hubiera encantado darse un chapuzón, pero no se sentía bien dejando solo a Noir, y tampoco quería interrumpir el tiempo privado de los tortolitos, o de lo contrario Jin Jiuchi probablemente lo asesinaría a sangre fría.

Y así, solo pudo armarse de valor y sentarse al lado del hombre de ojos esmeralda, soportando los veinte minutos más largos de silencio asfixiante de su corta vida antes de que sus compañeros finalmente regresaran.