Gu Luoxin llevaba una expresión como si no tuviera nada por qué vivir. ¡Ah, ah, ah! Se aferró a su mano rebelde, tan furioso que casi quiso morderla. ¿Por qué? ¿Por qué siempre te avergüenzas frente a él?!
Sin otra opción, no le quedó más remedio que armarse de valor y marcar el número una vez más, su tez pálida. La llamada se conectó casi de inmediato, y esta vez Gu Luoxin tomó la iniciativa de hablar antes de que la otra persona pudiera siquiera pronunciar su saludo:
—Senior, soy yo, Gu Luoxin...
Su tono era apagado, tentativo y cauteloso, como un pequeño ratón tímido colgando flácidamente en la boca de un gato, tras haber despertado sin querer al susodicho gato de su pacífica siesta.
—Mn —Noir emitió un ligero murmullo—. ¿Recibiste el boleto?