Las palabras de la Tía Liu hicieron que todos casi explotasen de risa interna, queriendo reír pero sin atreverse a hacer sonido alguno, sólo pudiendo reírse en secreto en sus corazones.
—¡Tía Liu, arrodíllate de inmediato! —regañó severamente Ouyang Jietian.
La Tía Liu, intimidada, se dejó caer de rodillas. No sabía qué había pasado; cuando entró, vio a todos en la habitación, excepto a Liang Fei, ya arrodillados en el suelo.
Y aun así, Ouyang Jietian inexplicablemente estaba furioso con ella, lo cual dejó a la Tía Liu sintiéndose intimidada.
—Joven Maestro, ha malinterpretado a la Tía Liu; esto no tiene nada que ver con ella. —Liang Fei se acercó a la Tía Liu, la ayudó a levantarse y dijo:
— Tía Liu, no tienes que tener miedo. ¿Quién te dio este medicamento?
—Este es el medicamento del Maestro. No sé quién lo tiró al césped antes. Vi que quedaba más de la mitad de la botella, así que la recogí. ¿Qué, no debería haberla recogido?