Roderick pulsó el botón para la planta baja en el ascensor. Ivy miró la pantalla de visualización antes de desviar su mirada hacia él.
—¿Por qué te quedas en el hotel? —preguntó—. ¿No sería mejor ir a casa?
Roderick respondió con despreocupación:
— No tengo ganas de ir a casa esta noche.
—¿Por qué no? —Ivy insistió, su penetrante mirada fija en él, buscando una respuesta que él parecía no estar dispuesto a dar.
—No creo que estemos en un punto de nuestra relación donde necesite explicar todo —respondió Roderick con un tono firme.
Ivy arqueó una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho. —Pensé que nuestra relación era de las que podíamos compartirlo todo el uno con el otro —replicó. Antes de que él pudiera responder, añadió:
— Está bien. Pasaré una noche contigo.
Roderick parpadeó, sorprendido por su repentina declaración. —¿Qué? —preguntó, soltando una risa seca mientras la miraba—. Estás bromeando.
—No bromeo —dijo ella con una mirada decidida.