¿Aún me quieres?

—Señorita, por favor no armen un escándalo aquí. Usted también, Señor —intervino un miembro del personal, situándose entre Sylvia y Josh—. Si tienen asuntos personales de los que hablar, por favor llévenlos afuera.

Sylvia apretó la mandíbula. No deseaba prolongar esa discusión en público, pero necesitaba una forma de librarse de Josh. Justo cuando se giró para marcharse, su mirada se posó en Roger, sentado tranquilamente en la esquina más lejana del café, aparentemente perdido en su propio mundo.

Una idea surgió en su mente. Sabía que Roger le había advertido que se mantuviera alejada de él, pero en ese momento, no le importaba. Él era la distracción perfecta, el escudo perfecto contra la persistencia de Josh.

Enderezando su postura, se dirigió hacia Roger. Sin dudarlo, se detuvo junto a su mesa y dijo:

—Roger, ¿podemos hablar? —interrumpiendo su momento sereno.