Cambió su nombre

Layla cerró con cremallera la mochila de cuero para Lucio. Tomó una respiración profunda y colocó ambas manos en su pecho. —Todo estará bien. No le pasará nada a Aiden y a Lucio —se dijo a sí misma.

Escuchó los pasos y se volvió para mirar. —He empacado tu mochila —dijo Layla, sosteniendo sus correas.

Lucio la abrazó fuertemente, su cara enterrada en su pecho y ambos cerraron los ojos. —Sé que estás preocupada. Pero agradezco que hayas depositado tu fe en mí. Regresaré a salvo con Aiden —dijo.

—Tienes que hacerlo —dijo Layla, envolviéndole sus brazos fuertemente alrededor de él—. Te esperaré. Solo no te preocupes por nada aquí.

—Hmm. Los dos permanecieron así por un tiempo. Él se alejó solo después de darle un suave beso en el centro de su frente.

—Nos vemos en el aeropuerto —dijo Layla.