Lucio finalmente regresó a Rusia con Aiden. —Contarás la historia a todos, la que te dije —le dijo a Aiden.
—Claro —respondió Aiden, aunque todavía se sentía mal por ocultar la verdad a todos.
Lucio subió las escaleras mientras Aiden se dirigía a la habitación de invitados para descansar.
Cuando Lucio abrió las puertas, entró silenciosamente. Sus ojos se posaron en Layla, que dormía en la silla. Su corazón dolía al ver cómo Layla había sido afectada por él. Realmente la había puesto en peligro, en lugar de brindarle seguridad.
Lucio se detuvo justo frente a ella y levantó a Layla en sus brazos. Sus ojos se movieron y los abrió solo para encontrarse con Lucio frente a ella.
—Lucio, ¿eres tú? —Su suave, fría mano llegó a su mejilla mientras él la recostaba en el colchón.
—Sí, he regresado —respondió Lucio con una sonrisa. —Solo duerme —susurró, cubriendo sus ojos con su otra mano. —Todavía es de noche. Así que, solo duerme.