Layla notó un cambio en el comportamiento de Lucio desde el día que regresó de Rusia. Al principio, pensó que estaba exagerando, pero ahora estaba segura de que algo andaba mal con él. Lucio ni siquiera le contó sobre Serafina, ni su padre hablaba del tema.
—Layla, ¡tus informes han llegado! Necesitamos ir al hospital —le dijo Lucio.
—¿Ahora? —preguntó ella.
—Sí —respondió Lucio.
—Está bien.
Ambos se dirigieron al hospital y se encontraron con el doctor, quien estaba examinando los informes de Layla.
—Todo está bien con la señora De Salvo. Sus niveles de vitamina D y B12 están bajos, así que le daré algunas medicinas para eso. Además, sugiero que descanse adecuadamente y solo coma comida casera —aconsejó el doctor.
—No hay nada que temer, ¿verdad? —preguntó de nuevo Lucio.
—Todo está bien, señor De Salvo —respondió el doctor con una sonrisa educada.
Tomó la receta del doctor y fueron a la farmacia. Después de comprar los medicamentos, regresaron a su coche.