Vamos a cazar a Vladimir

—Hola —resonó la voz de una mujer a través del receptor.

—Hola. ¿Es usted Varya Sokolov? —preguntó Lucio primero para confirmar.

—Sí. ¿Quién eres tú? ¿Cómo conseguiste este número? —demandó ella con un tono sospechoso.

—Soy Lucio De Salvo de Italia.

Un breve silencio siguió antes de que Varya repitiera su nombre en un susurro, como intentando ubicarlo.

—Obtuve su número de la vieja lista de contactos de mi amigo —explicó Lucio, anticipando su próxima pregunta.

—Dime el nombre de tu amigo —dijo Varya, su voz llevando un filo cortante.

—Mateo Mancini —respondió él.

El cambio en su respiración fue casi imperceptible, pero Lucio lo captó. El reconocimiento centelleó en su voz cuando habló de nuevo.

—¿Por qué te pones en contacto conmigo?

—Necesito tu ayuda, señorita Sokolov —declaró Lucio sin dudar—. Mateo hablaba muy bien de usted. Me dijo que si alguna vez necesitaba ayuda en Rusia, usted era la persona a la que debía acudir.