—Fue culpa de Matteo que nos mintió y nos engañó hasta el final —declaró Zar—. Si tan solo me hubiera dicho la verdad, seguiría vivo. Le di una oportunidad, Lucio. Pero se negó a abrir la boca e incluso me mintió diciendo que no te conocía.
Lucio no dijo nada mientras lo miraba vaciamente.
—Lucio, perdónanos. Somos tu familia. Nunca te pediremos que te unas a nosotros y te dejaremos vivir como quieras —pidió Zar una única y última oportunidad.
Sin embargo, el siguiente movimiento de Lucio sorprendió no solo a él, sino también a los demás presentes en el salón. Se giró para enfrentarse a Vladimir, que todavía se retorcía de dolor en el suelo.
Lucio lo levantó y golpeó fuertemente a Vladimir antes de patearlo y alejarlo. Zar le gritó que se detuviera, pero parecía que Lucio se había vuelto sordo. Siguió golpeando a Vladimir y finalmente preguntó inclinando la cabeza mientras sujetaba a Vladimir por el cuello:
—¿Golpeaste a Matteo de la misma manera, Zar?