Enfrenta los desafíos

Unos días después, Lucio se encontraba en su escritorio, revisando meticulosamente los documentos que esperaban su firma.

Mientras ojeaba las páginas, ocasionalmente le hacía algunas preguntas a Roger, pero las respuestas rápidas y habituales no estaban presentes.

En cambio, Roger estaba parado frente a él, mirando fijamente su teléfono, su pulgar suspendido sobre la pantalla como si esperara un mensaje o una llamada.

Lucio entrecerró los ojos, perdiendo la paciencia. —¡Roger! —llamó, exigiendo atención.

Roger salió de su trance, guardando rápidamente su teléfono en el bolsillo. —Eh... ¡Lo siento, Jefe! —dijo, enderezándose—. ¿Podrías repetir eso? No lo entendí bien.

Lucio exhaló bruscamente, inclinándose hacia atrás en su silla mientras observaba a Roger con una mirada preocupada. —Olvidalo. ¿Qué te pasa? Has estado distraído desde que volvimos de Rusia. ¿Hay algo que te moleste? Si necesitas tiempo libre, solo dilo.