Realmente te queda bien

Varya se sorprendió al ver a Roger en el aeropuerto. Se levantó rápidamente de su silla, frunciendo el ceño en sorpresa. Sin preámbulos, Roger le extendió una bolsa de papel.

—Aquí, esto es para ti.

Ella lo miró, desconcertada.

—¿Qué es esto?

—Un pequeño regalo —dijo con un encogimiento de hombros casual—. Es tu primera vez en Italia, ¿verdad? Un souvenir es obligatorio.

Varya vaciló por un momento antes de aceptar la bolsa.

—Gracias. Esto significa mucho —admitió antes de entrecerrar los ojos hacia él—. Pero no te hagas ideas, al aceptar esto no estoy dándote ningún tipo de señal.

Roger asintió.

—No te preocupes. No persigo a mujeres que me rechazan.

Varya sintió una punzada de culpa, preguntándose si había herido sus sentimientos.

—Lo siento, Roger —dijo suavemente—. Pero creo que nuestros mundos son demasiado diferentes.

—Sí, lo sé —respondió Roger, su tono calmado y aceptante. Luego, con una pequeña sonrisa, añadió: