—Felicidades, Nora. Por fin te has librado de esos usureros —anunció Demitri, con una sonrisa satisfecha en los labios—. Lucio te ha llamado a su oficina. Quiere devolverte el exceso que te quitaron.
Los ojos de Nora se abrieron de incredulidad.
—¿Qué? —jadeó, apenas capaz de procesar la noticia—. M-Muchas gracias.
Su voz temblaba, pero fueron sus ojos los que llevaban la profundidad de su gratitud, las palabras no lograban transmitir completamente lo que sentía.
Demitri cruzó los brazos.
—Te dije que Lucio lo manejaría —le recordó—. Ahora finalmente puedes respirar tranquila. No volverán a molestarte.
Nora asintió, su visión nublada por las lágrimas contenidas.
—Yo... No sé cómo agradecerte. Nadie me ha ayudado así antes.
La mirada de Demitri se suavizó.
—Entonces has estado rodeada de las personas equivocadas.
Nora soltó un suspiro tembloroso.
—Sí... Supongo que nunca encontré a las adecuadas.
Demitri se acercó a ella y la ayudó a cocinar a pesar de la negativa de Nora.