Quiero seguir adelante

Roger estaba en medio de la cena cuando sus ojos parpadearon hacia la pantalla de su teléfono. Una alerta de noticias apareció en ella. Un incendio se había desatado en el complejo residencial. Frunció el ceño al leer la ubicación.

—¿No es aquí donde vive Aiden? —murmuró, bajando la cuchara. Sin perder un segundo, agarró su teléfono y marcó el número de Aiden.

Después de unos tonos, la llamada fue contestada, pero la voz de Aiden al otro lado sonó apagada. Sonaba débil y agotado.

El agarre de Roger sobre el teléfono se apretó. —¿Qué pasó en tu lugar? ¿Y por qué suenas así? —su preocupación se profundizó—. ¿Estás bien? Por favor dime que no te pasó nada.

—Sí, estoy bien. Es solo fiebre —la débil voz de Aiden llegó por el teléfono—. El incendio sí ocurrió, pero todo está bajo control ahora.

Roger exhaló con un ligero alivio, pero no estaba completamente convencido. —¿Tomaste alguna medicina?

—Hmm, lo hice —murmuró Aiden.

—¿Y la cena? ¿Has comido algo? —Roger presionó más.