—No esperaba que llamaras a Imanuel —dijo Lucio mientras conducía el coche a una velocidad moderada.
—Mientras hablaba con el gerente de proyectos de ventas, noté a Nora haciendo recados. Llevaba pilas de archivos mientras todos los demás tomaban un descanso. Me enfureció. Cuando los recepcionistas se fueron a almorzar, ella fue la única obligada a quedarse. No podía simplemente quedarme mirando. Me recordó demasiado a mi yo del pasado, siempre trabajando en exceso, desesperada por asegurar un puesto estable, temerosa de decepcionar a alguien —expresó Layla, pronunciando esas palabras con frustración.
Lucio asintió, sosteniendo el volante. —Hiciste lo correcto. Honestamente, no me sorprendería si despidieras a esos empleados y los reemplazaras por personas que realmente respeten a sus colegas —murmuró.