Conservándome en tu memoria

Aiden estaba parado afuera del apartamento de Sylvia mientras tocaba la puerta. Esperó unos segundos, pero no hubo respuesta. Sacó su teléfono del bolsillo de sus pantalones y miró la pantalla. Tocó de nuevo, esta vez un poco más fuerte.

—¿No está en casa? —murmuró para sí mismo, la preocupación brillando en sus ojos.

Marcó su número, pero el teléfono estaba apagado. Soltando un suave suspiro, bajó el teléfono.

—Incluso fue de compras para la fiesta de Nochebuena... ¿por qué desaparecería así? —murmuró.

Aiden ingresó el código en la puerta, el cual había memorizado la primera vez que Sylvia lo invitó. Cuando la puerta se abrió, la empujó suavemente para entreabrirla.

—¿Sylvia? Lo siento, estoy entrando… ¿Estás bien? —llamó, quitándose los zapatos antes de entrar al apartamento. Escuchó los débiles maullidos de Coco y se dio cuenta de que el sonido amortiguado provenía del dormitorio de Sylvia.