La tristeza cruzó las facciones de Baski porque sabe que Danika tiene razón. No dijo nada.
—Lo extraño tanto. ¿Sabes lo que deseo? —susurró Danika.
—¿Qué es?
—Deseo que ocurra un milagro y que lo vea de nuevo —dijo suavemente, con el corazón dolido.
Baski también lo desea. —También lo extraño.
Danika se volvió hacia la mujer mayor y tomó su mano entre las suyas. —Lo siento tanto, Baski. Es por mi culpa que estás separada de él. Debe ser muy duro para ti. Puedes volver a Salem cuando quieras, Baski. Sé que siempre volverás.
Baski le sonrió, negando con la cabeza. —No. Esperaré a que des a luz antes de alejarme un centímetro de tu lado.
Sus ojos se llenaron de lágrimas emocionalmente. Abrazó a Baski mientras susurraba de nuevo, —Deseo que ocurra un milagro, y que él venga a mí.
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La voz del Rey era calmada pero un escalofrío recorrió la espalda de Zariel. —Eh, Mi Rey, creo que deberías leer esto.
—No tengo intención de leer nada, Zariel. Sal y no vuelvas a entrar.