¿QUÉ DICES QUÉ? ¡MIERDA!

—¿Así que quieres ver cómo es ser mi sumisa, eh? —preguntó Marcos con voz ronca que hizo que su estómago revoloteara al escuchar su voz.

—Por favor... —Ann cerró los ojos al pronunciar una respuesta, no pudo emitir un sonido audible para él debido a su mano varonil que rodeaba su garganta.

—Ven conmigo —dijo y luego caminó hacia las escaleras.

Ann se levantó del sofá y rápidamente lo siguió. Su cuerpo temblaba de frío mientras su corazón latía acelerado por la curiosidad. Subieron las escaleras hasta llegar a un pasillo y giraron a la izquierda.

—Ann, hiciste lo correcto al firmar el contrato —dijo Marcos mientras se detenía frente a la puerta. Metió la mano en su bolsillo mientras Ann se quedaba atrás esperando. Sacó la llave y la usó para desbloquear la puerta—. Bienvenida a mi mundo, Ann —dijo y empujó la puerta abierta antes de entrar con paso firme.