—Uhm hum —Diego se aclaró la garganta solo para recuperar su atención.
El corazón de Silver latía aceleradamente cuando la profunda voz de Diego la sacó de su ensimismamiento. Notó cómo la comisura de la boca del hombre se torcía en una sonrisa torcida, haciéndole darse cuenta de que él la había pillado mirándolo, observándolo.
Silver sacudió la cabeza mientras parpadeaba dos veces, esperando pensar que era solo su imaginación, pero no lo era. El hombre estaba detrás del mostrador hablando con una de las recepcionistas.
—¿Hay algo mal o debería tomar...? —La voz de Diego se desvaneció mientras seguía su mirada y giraba la cabeza para ver qué estaba mirando ella detrás de él.
—No, no, no, no —Silver lo detuvo mientras agitaba su mano frente a su cara para volver a captar su atención—. No hay absolutamente nada —dijo mientras fingía una sonrisa en su rostro.