—Belladonna jugueteaba con la daga en su mano, una que Anok le había dado antes de acompañarla hasta su puerta y quedarse allí de guardia.
Ella estaba preocupada por demasiadas cosas que no había pensado en las consecuencias que podrían traer el hecho de que él se enfrentara al Rey. Era sorprendente que Eli también les hubiera dejado ir fácilmente. Eso la hacía sentir inquieta, además de cómo la había hecho sentir el descubrimiento de los ataúdes.
Habían estado vacíos, pero cuando se acercó más, había sentido algo en ellos, visto algo también. Se frotó los dedos contra la sien, mientras caminaba de un lado a otro de la habitación.
No había vuelto a la Cámara del Rey, simplemente ya no se sentía segura allí.
Un rato después, hubo un alboroto afuera de la puerta.
—El Rey había enviado guardias para llevarse a Anok —Seb los había guiado hasta aquí y la expresión de su rostro mostraba que estaba haciendo esto por una orden.