Capítulo 5 - Una Petición Mortal

Los ojos de Eli se encontraron con los de ella y ella casi podía ver los tornillos girando en su cabeza, debatiendo si debería hablar o no, y dándose cuenta de que sería peor si decidía quedarse callado.

—Estabas rota y pensé que sería fácil moldearte en lo que necesitaba.

Sus palabras destrozaron su corazón, como un vidrio contra una superficie rocosa.

Ella tragó el bulto que se formó en su garganta, su mirada fija en él.

—Y la primera vez que me dijiste que me amabas, ¿lo hiciste?

—Te amo.

Eso no era una respuesta.

—¿Me amabas la primera vez que me dijiste que sí?

Era tan importante para ella saberlo. ¿Había estado usando esa estrategia de buscar lástima con ella al principio?

—No, no en ese momento.

Otro destrozo. Los pedazos rotos en pedazos más pequeños.

¿Qué tan rota podría estar alguien? Ella lo sabría.

—Ya veo.

—Te amo, Donna.