Capítulo 34 - Diferentes Tonos de Corazones

Las lágrimas rodaron por sus mejillas y las limpió con enojo, con culpa.

—Deberías matarme. Después de todo, he sido yo quien ha causado estragos.

Él se detuvo, sus ojos la estudiaban con su pequeña llama, antes de agacharse junto a ella, tomando su muñeca y estudiando la quemadura fresca que dejó atrás.

Ella no se alejó de él, porque al tocarla las voces se silenciaron y el peso en su mente se sintió un poco más ligero.

—Maté gente. Los herí.

Su atención estaba en las manchas de sangre y la miró con una sonrisa. —Debieron merecerlo. Un destello de admiración brilló en sus ojos y una mueca afiló las comisuras de su boca cuando confirmó que la sangre no era suya.

Se sintió inapropiado que él la mirara de esa manera después de lo que ella había hecho.

Con orgullo y sin ningún reproche.

—¿Fue divertido? —Con sus ojos de serpiente, la miró como si la viera por primera vez.

¿Divertido?