Capítulo 3 - Enemigos por todas partes

Ella tembló, sus ojos suplicaban.

Un monstruo.

¡Un monstruo!

¡Una bestia que la mataría!

Su mente repetía una y otra vez.

Había marcas de garras en su rostro, líneas profundas y dolorosas grabadas en su piel, y sus ojos... se veían completamente diferentes. Había sangre, tanta sangre.

¿Por qué estaba cubierto de toda esa sangre?

Una sensación de hormigueo se extendió donde su mano tocaba su piel, pero el miedo era abrumador. Era todo lo que podía sentir.

Sus ojos parecían comunicarse con ella, y ella asintió bruscamente para asegurarle que permanecería en silencio.

Él apartó su mano de ella y la primera palabra que salió de sus labios fue un susurro.

—Mi hijo —suplicó, manteniendo sus ojos fijos en él mientras extendía sus manos a su alrededor en una búsqueda desesperada de Arlo.

Su mano tocó algo —no, alguien en la cama.

¡Su hijo!