—Soy más que solo un hombre.
—Incluso mejor.
Le tomó solo un segundo responder.
—No. No voy a tener intimidad contigo. —Se alejó de ella, permitiendo que sus manos cayeran de su pecho—. Es un apego innecesario, dado que estás cerca de la muerte.
Sus palabras siempre hacían arder el enojo en ella. Una vez más, tuvo que forzar una sonrisa en su rostro y miró alrededor del estudio solo para no mostrar cuán molestada estaba por su presencia.
Tenía que recordar a Arlo. Estaba haciendo esto por su hijo.
—Eres muy insensible. —Terminó con una ligera risa para minimizar la gravedad de sus palabras, junto con la seriedad detrás de ellas.
—Solo digo la verdad.
Sus ojos lo siguieron inmediatamente, mientras él se movía por el estudio con un pergamino en sus manos, su atención en él mientras la gema que brillaba débilmente en su mano proporcionaba luz.