El hombre que estaba en la recepción del hotel era innegablemente impactante.
Sus rasgos marcados, complementados por un aura distante, creaban un sentido de lejanía, casi como si irradiara una energía inaccesible. Aunque no estaba vestido formalmente, su suéter de cachemira beige combinado con una camisa azul marino profunda y pantalones de pana exudaban elegancia. Un reloj deportivo elegante adornaba su muñeca, y sus zapatos eran las últimas zapatillas de correr de una marca bien conocida.
Claramente, era alguien a quien le importaba llevar un estilo de vida activo.
Miranda no podía evitar notarlo. Su mirada se detuvo un momento demasiado largo, atrayendo la atención del hombre. Él giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de ella. Por un segundo, pareció como si no solo la mirara a ella sino a través de ella, como si buscara a alguien más en su mirada.