393 Quiero perseguirla

—¿Protección? —Ya no necesitaba la protección de nadie. Ahora ella era su propia armadura.

En la sala de reuniones, más de trescientos miembros del departamento de diseño ya estaban sentados. Un secretario iba de un lado a otro, sirviendo agua a todos.

Pero la mesa frente a ellos estaba vacía, sin documentos, sin agenda. Nadie sabía de qué trataba esta reunión. Muchos de los hombres en la sala intercambiaban miradas de desdén.

—Uf, ¿por qué una mujer como esa siquiera se molesta en trabajar? ¿No estaría mejor en casa esperando a un hombre que la satisfaga?

—Quizás su hombre no puede satisfacerla. Por eso está aquí, trabajando y buscando más.

—Jajaja, ustedes son muy directos. No lastimen a mi pequeña princesa, la amo. Voy a conquistarla.

—¿Conquistarla? Ahora ella es tu jefa, y probablemente su salario sea diez veces el tuyo.

—¿Y qué? A un hombre le debería gustar una mujer sin importar el salario, ¿no?