Capítulo 78: Nos hemos quedado sin tiempo

—Abigail se mudó al segundo dormitorio de la cabaña. Había pasado un día completo desde su llegada, y me desperté el domingo por la mañana sintiéndome una auténtica tonta.

—Había huido de todo, y ahora mi hogar, mis tierras y mi pueblo estaban al borde de la guerra. Era la Diosa de la Luna, por el amor de la Diosa... ¿verdad? ¿Qué clase de gobernante podría ser algún día si era tan cobarde?

—Me quedé en la cama con los brazos extendidos hasta bien entrada la mañana. La lluvia tamborileaba contra los cristales de la ventana, y por el pasillo escuchaba los ronquidos de Abigail. No tenía prisa por levantarme, porque sabía lo que tenía que hacer una vez que mis dedos de los pies tocaran los tablones del suelo frío.