Capítulo 123: El Dios Nocturno

—Tranquila ahora, no muy rápido. Así es

El Dios Nocturno me dio palmaditas en la espalda mientras yo tragaba aire con dificultad, temblando por el frío impresionante que me envolvía como una manta mojada. Abrí los ojos, aspirando una bocanada superficial de aire mientras miraba alrededor.

—¿Qué está pasando? —exclamé, levantándome de rodillas.

El anciano marchito frunció los labios, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón caqui mientras me miraba con una expresión paternal de desaprobación.

—Te ofreciste a la piedra solar a cambio de la vida de Xander, ¿recuerdas? —dijo con tono burlón, encogiéndose de hombros.

Parpadeé hacia él, entonces volví a mirar alrededor, reconociendo el espacio familiar.

Estaba en el antiguo templo de las Reinas Blancas, aquel escondido en una cala cubierta de hielo accesible solo en pleno invierno, el mismo templo por el que habíamos pasado para viajar entre el reino de Andrómeda y el mío.