—Deberías comer más —le insté, mirándolo.
Sin embargo, sus ojos estaban en el agua, y el puerto de Breles que era apenas visible en el horizonte. Su boca se retorcía al mirarme, un gesto de comprensión cruzó por sus ojos.
—Alma se asegurará de que coma, te lo aseguro. Probablemente no nos dejará ir hasta que haya recuperado mi peso habitual.
Le di a Xander una suave sonrisa, era todo lo que podía ofrecerle. Sus pesadillas la última semana habían disminuido pero no habían desaparecido por completo. Algunas noches podía dormir sin despertarse, pero la mayoría del tiempo se revolvía y gritaba en sueños. Me quedaba allí, tan quieta y silenciosa como fuera posible para no asustarlo, y lloraba en silencio mientras él sufría.