—Volveré —dijo él, su voz un susurro.
Tragué saliva, asintiendo con la cabeza y mirando hacia el suelo.
—Lena.
—¿Sí? —levanté la mirada hacia él, incapaz de detener las lágrimas que se formaban en mis ojos. Una lágrima se desbordó y recorrió mi mejilla.
Xander se acercó a mí y luego se arrodilló ante mí. Alzó la mano y usó su pulgar para limpiar la lágrima de mi mejilla. —Esto no es para siempre. Volveré por ti.
—Nos lo hemos dicho tantas veces–
—Y esta es la última vez, lo prometo —tomó mis manos entre las suyas, entrelazando sus dedos con los míos—. Lo prometo.
—¿Qué–
—No sé qué vamos a hacer, ni dónde vamos a vivir. Pero necesito volver a Egoren para averiguarlo. Va a estar bien. Hemos superado esto. Podemos superar cualquier cosa.
Se levantó sobre sus rodillas y me abrazó. Sabía que le dolía hacerlo; podía sentir cómo sus músculos se tensaban y luego temblaban alrededor de mí.