Capítulo 39: Sangre, mucha sangre

*Soren*

Llevaba en brazos la delgada figura de Mila, todo el camino de vuelta al hotel.

Mientras caminaba por la aldea, era evidente que la gente sentía la libertad de la maldición. Se hablaban entre sí, sonriendo, abrazándose y riendo. Los niños corrían jugando por las calles.

Toda la aldea se había transformado y era absolutamente deslumbrante.

—Payne, llamaste al Dr. Lee, ¿verdad? —pregunté cuando nos acercábamos al hotel.

—Sí, debería llegar hoy —confirmó Payne.

—No es raro que los hechizos agoten mucho a la bruja —dijo Abril—. Romper maldiciones es difícil y requiere mucha energía.

—Soy consciente de eso —murmuré.

No era el hechizo lo que me preocupaba. Era el veneno Fuego Negro que corría por sus venas. Desmayarse por lanzar un hechizo no era nada nuevo. Sin embargo, Mila estaba pálida y parecía delirante. Murmuraba para sí misma y se retorcía de dolor.

Esos eran signos de envenenamiento, no de fatiga por hechizos.