—Conozco el lugar perfecto para ver la lluvia de meteoros —dijo Eros—. No es una caminata muy larga hacia las montañas.
Él guió el camino y Ashley lo siguió con entusiasmo.
Payne parecía tener un ceño perpetuo en sus labios mientras miraba a su hermana y al extraño.
—Aligérate, Payne —dijo Soren, dándole una palmada en el hombro—. Si se sale de línea, al menos, estaremos en un acantilado y podremos tirarlo.
Payne se burló y siguió adelante. Aunque, capté el ligero destello de diversión en los ojos de Payne.
Me acerqué a Soren. —No arrojarías realmente a Eros de un acantilado, ¿verdad?
Soren se encogió de hombros. —Depende de lo que haga. Si va tras ti o Ashley, no tendría opción.
—Supongo que eso es lógico —dije asintiendo.
—Mila, aún no sabemos nada sobre él. Estaré alerta hasta que pueda determinar que no es una amenaza —me prometió.
Sonreí y asentí. Sus palabras me hicieron sentir mucho más segura de seguir a Eros hacia las montañas.