Tan pronto como me dormí, me encontré cara a cara con Helen. Se veía tan delgada y pálida, como si hubiera sido privada de alimento y lastimada gravemente desde el último sueño.
Aún no sabía si estas eran interacciones reales con ella.
—Querida Mila —dijo, extendiendo sus temblorosos brazos hacia mí.
—¡Helen! —Corrí hacia ella y la abracé.
Su cuerpo entero era frágil en mis brazos y se sentía como una figura de palo o un espantapájaros.
—Escúchame, cariño. Estás al borde de enfrentar un gran peligro. Por favor, por favor ten cuidado con el Rey Alfa —suplicó.
—Helen, ¿dónde estás? Quiero encontrarte. He aprendido mucho sobre magia y puedo ayudarte —insistí.
—Es demasiado tarde para mí. No me busques porque no me encontrarás y necesitas enfocarte en tu propia seguridad —insistió. Su voz seguía siendo firme a pesar de su cuerpo debilitado.
—No...