Frente a la cautela que teníamos Soren y yo, la expresión de Carlos era bastante relajada.
—Alfa Chandler te trajo a la casa de manada. Estabas en bastante mal estado, inconsciente por un golpe en la cabeza. Fue hace varios días, antes de que empezara toda esta… locura —Carlos hizo una pausa y pareció buscar las palabras adecuadas.
Soren se tensó a mi lado. No habíamos tenido la oportunidad de hablar sobre todo lo que me había pasado mientras estábamos separados y tenía la sensación de que estaba reaccionando al saber que me habían golpeado en la cabeza para dejarme inconsciente.
—Fui convocado para tratar a algunos de los guerreros que habían salido con Alfa Chandler. Tenían heridas extrañas... como si hubiesen sido atacados por enredaderas —Carlos suspiró y negó con la cabeza.
—Qué extraño —murmuré nerviosamente.
—Bueno, no es común ver a jóvenes damas como tú mezcladas entre sus guerreros. Destacaste en mi mente —Carlos se tocó el lado de la cabeza.