Pensé en el hechizo que había utilizado para atrapar a Alfa Chandler. Las raíces eran fuertes, como un puente. Susurré el hechizo para mí misma.
La tierra tembló.
Los supervivientes de Norwind comenzaron a entrar en pánico, gritando de miedo y alejándose del acantilado.
Extendí mis brazos, deseando que las raíces crecieran.
Salieron disparadas del suelo bajo mis pies y se extendieron por la enorme grieta. Cuando se conectaron con el otro lado, las raíces se enterraron en la tierra y se adhirieron firmemente.
El estruendo se detuvo y jadeé. Inclinándome hacia adelante, me agarré los costados. Mis manos y piernas temblaban.
Carlos me había advertido que no usara magia, ¡pero no iba a defraudar a los supervivientes de Norwind!
—Oh, Dios mío... —Lilian jadeó, acercándose al acantilado.
—Mila, ¿hiciste eso? —preguntó Enzo.