Nunca había sentido ese tipo de calor magnético. Era como si mi cuerpo ya no me perteneciera, suplicando ser reclamado.
No era una completa novata. Había ido a la Universidad de Mirage, por la Diosa, la capital de las fiestas en las tierras de la manada. Hubo momentos en los que un beso con unos tragos de más avanzó más de lo que había esperado, pero... nunca había sentido lo que sentí con Jared. Incluso el chico del que pensaba que estaba enamorada no podía igualar lo que estaba sintiendo ahora. Un solo beso de Jared me había sumido en un torbellino donde mi mente no tenía control sobre mis acciones, y si dejaba que volviera a suceder, me arruinaría. Él me arruinaría.
Esto no era la típica atracción corriente.
Era seguro decir que no había dormido nada después de haberme despegado de su escritorio y haber dejado su estudio a regañadientes.