—¿Irene es malvada? Mamá, si lo fuera, no habría tolerado tanto acoso de tu parte. Si fuera tan cruel, ¿se habría mudado sin nada a su nombre? ¿Habría soportado a una amante y una hija ilegítima ocupando su lugar? Mamá, usa tu cerebro. La verdad está justo frente a ti, ¿por qué no puedes ver quién es la persona malvada aquí?
—¿Cómo te atreves a hablarme así? —Margaret estaba tan enojada que agarró la taza de té frente a ella y la arrojó al suelo.
—No te estoy regañando. Solo quiero que enfrentes la verdad. Como tienes tanto tiempo libre últimamente, mejor dedica tiempo a pensarlo. Tal vez la persona que crees que es mala en realidad es buena, y viceversa —dijo Edric fríamente.
—Tengo mis propios ojos, y puedo juzgar por mí misma. ¡No necesito tus consejos! —gritó Margaret a su hijo.
—Esperaba eso, pero permíteme recordarte. No albergues muchas esperanzas por los niños en el vientre de Lily, no quiero que termines aún más decepcionada —le recordó Edric.