—No hay necesidad de todo eso con este monstruo —Deimos se ríe entre dientes mientras se inclina ligeramente hacia mí—. Abre tus brazos, Tea —dice él y rápidamente obedezco abriéndolos ampliamente como sugirió. Elena me estudia fríamente y mi posición actual por unos segundos solo para lanzarme esa sonrisa característica y lanzarse hacia mí con todas sus fuerzas, atrapándome completamente por sorpresa.
Se desploma en mi calor y yo la agarro con ojos grandes mientras ella aprieta los botones delanteros de mi blusa y deja escapar un grito agudo de satisfacción. —A Elena le encanta conocer lobos nuevos, es muy... enérgica —murmura Lumina bajo su aliento seguido por un suspiro callado de cansancio.
—Ella es un pequeño monstruo. Los problemas que a menudo nos da no se pueden comparar con los de su hermano —añade Deimos.