—Él es muy tímido y tarda en acostumbrarse a lobos nuevos. Ponlo en el suelo, Fobos, que camine y se acostumbre a su presencia —dijo.
Mi pareja lo baja lentamente a pesar de sus quejidos de protesta y lo incita suavemente por la espalda para que avance, pero Tadeas corre a refugiarse detrás de las piernas de su padre, que logran cubrirlo completamente de nosotros, solo para asomar cautelosas miradas a los cuatro. Deimos se levanta del sofá llevándose a su compañera consigo para agacharse junto a las piernas de Fobos, lo que hace que mi macho se encoja visiblemente y se agarre al material de los vaqueros de su padre buscando protección.
—Tadeas, mira a quién tengo en mis brazos —su voz es calmante, casi como un susurro de llamado que hace que mi cachorro se asome nuevamente desde detrás de Fobos para mirar a Elena, ahora despierta, quien también lo observa con asombro. Sienten curiosidad el uno por el otro, es su primer encuentro —. Esta es tu prima, se llama Elena.