—Sus pesadas bolas golpean duramente contra mi lloroso coño —los ensordecedores sonidos de nuestros cuerpos estrellándose en esa otra de nuestras bruscas folladas reverberan a través de las paredes de nuestro nuevo hogar mientras enrollo mis piernas más firmemente alrededor de su gruesa cintura, mis uñas arañan su espalda musculosa mientras él muerde mi marca extrayendo sangre y yo tiemblo en su abrazo. Es voraz cuando se trata de devorarme, su vientre tarda en llenarse, no se detendrá hasta estar satisfecho.
—Fobos yo... yo-
—¿Qué deseas, mi luz de luna?
—Hazme correr —le ruego guiando su traviesa mano hacia mi necesitado coño y él atiende mi petición, pues comienza a pellizcar y a circular mi inflado clítoris con una velocidad inmensa que todos mis sentidos se consumen por la sensación de mi clítoris siendo manipulado. Quiero más, necesito más. Esa sabrosa mezcla de dolor y placer combinándose en uno, eso es lo que prefiero.