Zhouzhou se esforzó, alzando su regordeta patita con los ojos fijos ansiosamente en el oro que Xiang Chong tenía en la mano.
—Oh, cómo lo deseaba.
Al oír su voz, todos se giraron para mirar, frunciendo el ceño confundidos —nadie había hablado.
—¿Quién podría ser?
Zhouzhou brincó alrededor por un rato, pero nadie le prestó atención. Una mirada de perplejidad se deslizó en su carita.
Zhao Xinghua soltó una risita al ver sus patitas cortas. No pudo resistirse a levantar a Zhouzhou y colocarla en la plataforma.
Solo entonces todos notaron a esta pequeña, sus expresiones se suavizaron ligeramente.
Xiang Chong la reconoció; era la hija del Capitán Ye, quien había superado el nivel 111 veces.
No la subestimó, ni nadie más lo hizo.
Su primera lección al llegar a la isla fue no subestimar a nadie, sin importar la edad o género, ya que la complacencia era la mayor vulnerabilidad.
Además, alguien que podía superar el nivel tantas veces era sin duda formidable.