—Caicai, este lugar no es bueno para vender cosas —comentó Qin Er mientras observaba el área a la que Zhouzhou lo había llevado.
Era una antigua zona residencial, rodeada de infraestructura bien desarrollada, con pequeñas tiendas alineando las calles y un supermercado bullicioso donde los clientes iban y venían.
Bajando la vista hacia su propia mochila, Qin Er se volvió hacia Zhouzhou con sinceridad y dijo:
—Caicai, solo espera un poco más. Una vez que haya ahorrado suficiente dinero, abriré un supermercado en el futuro, y entonces podremos venir aquí a vender cosas.
Con eso, intentó llevarse a Zhouzhou. No faltaban lugares para vender cosas aquí, y su puesto no tendría ventaja competitiva en esta área.
Sin embargo, Zhouzhou lo detuvo, escondiéndose detrás de un árbol y haciendo una seña para que guardara silencio, sus ojos fijos en una dirección particular.