El momento en que salgo de la casa de Brina, sé que me están siguiendo. No hace falta ser un genio para darse cuenta. ¿Por qué sigue siguiéndome? Atlas. El único hombre en este lugar que decidió ser la pesadilla de mi existencia y una tentación deliciosa al mismo tiempo.
Tomando un desvío a la izquierda desde la casa de Brina, me dirijo por el camino hacia el castillo. Mi mente da vueltas pensando en lo que explicó Brina. No hay duda de que está ocurriendo algo. Las cosas no cuadran. Todo este secreto durante los años. El intentar encontrar una solución. Intentar quitarnos los poderes. La urgencia de casar a Faeryn… de intentar deshacerse de mí.
Nada de esto tiene sentido.
Dejando escapar un pesado suspiro justo cuando me acerco al puente de mármol blanco que lleva a los jardines del castillo, me detengo. Sus pesadas pisadas han sido una pista evidente durante un rato ya, y por mucho que no quiera hablar con él en este momento, tengo que hacerlo.