Por mucho que me desagrade Sera... no puedo golpearla.
—Todavía no te creo —se burla Seraphina, sus ojos perforándome como dagas—. No hay forma de que Elenon esté actuando a espaldas de la familia real.
Tan pronto como salí de la casa de Brina, me dirigí al escondite secreto de Faeryn, escondido profundamente en los vastos y antiguos bosques de Tvre. Era un santuario al que acudíamos de niños, un refugio místico al que Faeryn se retiraba cuando necesitaba alejarse de sus deberes. Sin mencionar que era el lugar donde se encontraba con Seraphina lejos de las inquisitivas miradas de los espías siempre vigilantes del castillo.