*Tallon*
La larga escalera que conducía al edificio principal era tan antigua como la ciudad misma, y se lo conté a ella, describiéndole todos los pequeños detalles posibles a su mente curiosa. La llevé adentro, donde los brillantes pisos de mármol captaron su interés.
Me encantó cuando su primer instinto fue quitarse los zapatos y fingir patinar por el piso con una risa. Hice lo mismo cuando era un niño.
Solo por diversión, me quité los zapatos, lanzándolos al viento mientras tomaba su mano como si nos estuviéramos preparando para un vals y la hacía girar sobre nuestros pies en calcetines. Mis mejillas dolían de tanto sonreír y sentía que no podía respirar de tanto reírnos, especialmente cuando en uno de mis giros fui directo a un jarrón invaluable.
Solo miramos los pedazos rotos en el suelo por un minuto antes de salir corriendo riendo como locos. Mantuve un ojo en el reloj mientras la llevaba a un recorrido por el 'castillo', como ella tercamente lo llamaba.