CAPÍTULO 16

—Fue un toque simple, solo agarrarle los hombros y sin embargo mi polla estaba tan dura como el granito —maldije mentalmente a mi lobo por comportarse como un adolescente pasando por la pubertad por primera vez y me apresuré a sentarme detrás de la mesa esperando que ella no lo notara. Dudo que lo haya hecho porque estoy seguro que habría salido gritando hacia las colinas si supiera que un toque inocente me excitaba de esa manera.

—Intenté relajarme durante la conversación pero era como si cada palabra que salía de sus labios fuera un afrodisíaco. Admitiré que pasé más tiempo mirando sus labios que realmente escuchando la conversación, pero eso es culpa de mi lobo y no mía realmente.