CAPÍTULO 47

—Fui a mi coche con una amplia sonrisa en mi rostro —comencé a reflexionar—. La fuerza de mi sonrisa amenazaba con dividir mi rostro en dos, pero no podía importarme menos. Cuanto más pensaba en lo que había pasado con Kaden y yo, más crecía mi sonrisa. Cuando lo besé, no esperaba que él correspondiera.

—Kaden había insistido en alejarme y no importaba cuánto lo intentara, mis esfuerzos siempre eran en vano, hasta hoy. Su madre siempre me decía que tuviera paciencia porque tendría éxito y no le creí, hasta hoy —la emoción crecía a medida que recordaba—. No podía esperar a contarle todo.

—Él me correspondió el beso y aún podía sentir su dureza entre mis muslos y el pensamiento me hacía ruborizarme. Siempre supe que Kaden era grande, pero no sabía que era tan grande —mis mejillas se tiñeron de rojo ante el recuerdo—. Era como un sueño hecho realidad pero había algo mal.

—No sentí nada.