P.O.V DE AMELIA
Mis mejillas se calentaron de rosa tanto por la vergüenza como por la excitación. Lo deseaba, pero no pude encontrar la forma de decir las palabras. Kaden esperó pacientemente a que hablara, pero mientras esperaba, apartó mi cabello de mi cuello y presionó besos abiertos allí. Dejé escapar un jadeo cuando besó un cierto lugar y sus labios se curvaron en una sonrisa burlona.
—Necesito una respuesta, Amelia —susurró contra mi cuello—. Ni siquiera tienes que decir lo que quieres. Solo quiero escuchar el número.
Mis mejillas se calentaron y cerré los ojos. —La tercera opción —murmuré y él se paralizó.
Él retrocedió para mirarme y buscó en mis ojos, presumiblemente, cualquier forma de duda en absoluto. —¿Estás segura? No tenemos que hacer esto si no quieres, Amelia, no hay prisa.
—Quiero hacerlo.