LA PERSPECTIVA DE AMELIA
Dudé antes de cerrarla. Sabía que Kaden nunca me haría daño, confiaba en él más que en mucha gente, pero eso no quitaba el hecho de que Kaden era un depredador natural y esta era su casa. Era como lanzar un cordero a la guarida del león y esperar que porque el cordero solo había comido cabras antes, no le haría daño.
A pesar de que mi corazón latía violentamente en mi pecho, permití que la puerta hiciera clic al cerrarse. La casa de Kaden era asombrosa, con sofás blancos puros y mesas de mármol. Había pequeñas flores en los alféizares de las ventanas y noté que la casa tenía un toque femenino. La envidia ardía en mi pecho cuando recordé que Lucy también vivía aquí.